29 ene 2009

Evaristo Meneses, el Elliot Ness argentino


Hoy, a pocos les llama la atención los excesos y la corrupción en las filas de las fuerzas de seguridad, casi un lugar común en la crónica policial. Pero aunque parezca mentira a los ojos de un joven del siglo XXI, hubo un tiempo en que el vecino conocía al vigilante de la esquina y los policías eran mencionados en las crónicas periodísticas sólo por hacer su trabajo: atrapar ladrones sin meter la mano en la lata. Y hay un hombre emblemático para señalar aquella época: Evaristo Meneses, un comisario que lideró la sección Robos y Hurtos de la Federal y que prestó servicios desde 1934 hasta 1964, cuando la fuerza dispuso su retiro a los 57 años.

“El Pardo” Meneses era un morocho corpulento de gesto adusto, cejas pobladas y mirada inquisidora. Su cuerpo moldeado al calor del boxeo amateur tenía una derecha potente que usó en el ring y en más de un operativo. Siempre peinado a la gomina, con funyi y un cigarrillo entre los labios, completaba su estampa de investigador de novela policial con un riguroso traje oscuro de la sastrería de Abraham Rusin, que ocultaba las sobaqueras donde guardaba dos Colt 45. Aunque rechazaba la comparación con Phillip Marlowe reconocía una coincidencia con el personaje creado por Raymond Chandler:

–A mi también me gusta el café con crema.

Fue la sombra de los delincuentes más famosos que, sin embargo, lo respetaban. Considerado el padre de la “policía brava”, los viejos cronistas señalaban que no incluyó la tortura ni la picana eléctrica para forzar una confesión. Se consideraba un policía “más que temido, respetado”. El periodista de la revista Panorama Carlos Velazco, que estuvo junto a Meneses durante un mes en 1965, escribió: “Dos leyendas se disputan su fama. La de los incrédulos, que le cargan el sambenito de coimero y matón, atribuido en ciertos ambientes a todos los policías; y la de los amigos, vecinos y centenares de admiradores, que lo aclaman como un héroe y repiten lo que testimonian todavía con orgullo los ex miembros de la brigada de Robos y Hurtos: ‘Cuando había que echar abajo la puerta de un rancho el primero en poner el hombro era Meneses. Después adentro, nunca tiró primero. Hay que ver lo que es esperar, parado, ante el hueco de una puerta’”.

Una larga lista de malhechores integraban a mediados del siglo pasado la galería de los “ases del choreo”: Jorge Villariño, “El Rey del boleto” o “El Pibe” y su lugarteniente, Manuel Viñas; Manuel Pardo, “El Lacho” o “El Loco de la ametralladora”; “El Loco” Prieto; “El Pichón” Laginestra y José María Hidalgo son algunos de los más famosos que ganaban con cada asalto las primeras planas de los diarios, mientras el comisario Meneses los perseguía. Conocedor de la influencia que los medios generaban en la opinión pública, el funcionario no perdía la oportunidad de posar para la foto junto al delincuente esposado con gesto de “esta vez, perdí”.

Evaristo Meneses nació el 26 de octubre de 1907 en un pueblito llamado, paradójicamente, Cuatreros, cerca de Bahía Blanca. Cuando tenía doce años su familia emigró a Uruguay donde se hizo boxeador amateur en el gimnasio del Púgil Club de Montevideo. Volvió a la Argentina para cumplir con el servicio militar en la Armada y viajó por el mundo a bordo de la Fragata Libertad. De regreso a Buenos Aires se incorporó al Boedo Boxing Club y estuvo a punto de consagrarse representante olímpico para los Juegos de 1932, pero -en instancias de semifinal- un polémico fallo le quitó la victoria frente a Julio Luque, el 4 de junio de ese año. Totalizó 86 peleas con 8 empates y cuatro derrotas. Cuando evocaba sus días de boxeador dejaba algo en claro:

–Nunca me voltearon; apretaba los dientes y aguantaba.


Marcelo Massarino

La nota completa en la revista GABO, edición nº 26, enero de 2009.

29 oct 2008

HURACAN CENTENARIO

El 1º de noviembre el Club Atlético Huracán cumple cien años. Fundado en 1908 tiene una rica historia deportiva que nutre al fútbol y a la cultura de la Argentina. Símbolo de Parque de los Patricios, en el arrabal sur de la Ciudad de Buenos Aires, Huracán es sinónimo de tango, gambeta y pasión popular gracias a ídolos como Herminio Masantonio, Norberto "Tucho" Méndez y René Orlando Houseman, entre otros. Poetas como Homero Manzi y Julián Centeya caminaron el empedrado del barrio y escribieron versos con aroma a glicinas y pasiones de zaguán.

CIEN RECUERDOS PARA UN SIGLO DE VIDA

15 sept 2008

Crónicas norteamericanas
Palin, la candidata de las ideas simples

Por Mario Diament

lanacion.com | Exterior | Sábado 13 de setiembre de 2008

4 sept 2008

El tren bala y la efedrina

Por suerte todo esta como debe ser. Hay dinero de sobra en los bancos, los bonos crecen o están protegidos, la moneda extranjera es estable. En los restaurantes de Puerto Madero cuesta conseguir una mesa los fines de semana. Lo mismo ocurre en Palermo Soho o en San Telmo. Los centros comerciales son visitados de manera fenomenal. Los cines a pleno. El turismo resulta una bendición. No hay mayores conflictos, el clima últimamente es casi primaveral y las zanahorias han bajado de precio. El índice de inflación es relativamente bueno. Así lo indican los datos oficiales. Se habla de la crisis del federalismo pero para las autoridades no es así. Por lo tanto debe ser verdad. No existen la Triple A ni los comandos civiles. En los partidos políticos reina la unidad, la distensión y el diálogo sereno. Obama inició lo que parece un ascenso de un negro a la Casa Blanca. La burocracia del siglo XX en nuestro país está a punto de formar parte del pasado. El bucanero Marsans caerá de rodillas. El gobernador del Chaco, Capitanich, parece ser que sentenció: “Cuando Cristina visita nuestra provincia, sale el sol”.

La semana pasada presenté mi nuevo libro, Retratos, en la delegación de la Xunta de Galicia en Buenos Aires. Concurrieron alrededor de cien personas, entre los cuales había periodistas amigos, escritores y artistas plásticos. Tuve, además, el aval del Centro Betanzos de Buenos Aires. Ayer me informó la distribuidora que se vendieron veinticuatro libros para diversas universidades de EE.UU., uno para la Biblioteca del Congreso de ese país y otro para la Biblioteca Nacional de España. Aquí ninguna representación cultural se hizo presente. Ni adquirió un ejemplar. Ni siquiera lo pidió prestado. Bien.

Estuve viendo un documental aterrador. Sobre La Matanza , a pocos kilómetros de la ciudad de Buenos Aires. La gente está mudándose a los basurales. Arrojan a cinco o diez metros los animales muertos, los restos de comida o suciedad y levantan su casa de chapa en unas horas. Chapa, madera y cartón. En la zona las infecciones de piel han aumentado. Ha aumentado el cáncer y los problemas renales y respiratorios. En los niños de cuatro o cinco años, en los hombres y mujeres. Hijos por todos lados. Hacen sus necesidades en tachos y luego arrojan sus heces al exterior, es decir a la otra parte del basural. Alrededor barrios enteros de miseria, ignominia y desamparo. Una encuesta que leí recientemente, de la UNESCO , afirma “que en el conurbano local tres de cada diez chicos, entre 15 y 20 años, piensa que en cinco años estará muerto o excluido”.

Según ciertas fuentes nuestro país estaría dentro del “sicariato”. Sí, caro lector, es un neologismo. Pues bien sería un país de sicarios, es decir de crimen por encargo. Al mismo tiempo informan que la pobreza y el crimen se entrelaza. La cantidad de villas miserias del segundo cordón ha crecido cuatro veces desde 2003. En un partido de la Provincia de Buenos Aires, San Martín, “se produce un robo cada cuarenta segundos”. La realidad es más imaginativa que cualquier ficción. No hay que recurrir a Dashiell Hammett.

He vuelto a ver Prisioneros de la tierra aquella película de Mario Soffici, de 1939. Estaba basada en cuentos de Horacio Quiroga. Le recomendaría a muchos caballeros que la vean. El resto, como dicen los muchachos que dominan doscientas palabras, “todo bien”.


Carlos Penelas

Buenos Aires, 4 de septiembre de 2008

15 ago 2008

Diccionario del pensamiento alternativo


La Universidad Nacional de Lanús junto a la Editorial Biblos publicó el Diccionario del pensamiento alternativo, una obra dirigida por Hugo Biagini y Arturo Roig, que completa una trilogía que integran los volúmenes de El pensamiento alternativo en la Argentina I y II.
Para los directores “lo alternativo que supone cambio” tiene como “mira fundamental la dignidad humana, si bien no es ajeno a posiciones ideológicas, su contenido en ese sentido es fácilmente justificable por vía de una razón que no ignore los valores inalienables de lo humano”. Se trata de una obra “hecha y empujada desde la esperanza… de un mundo propiamente humano en el que todos, desde nuestra diferencia, sostengamos una palabra vigorosa y si viene el caso audaz y hasta utópica en su sentido fuerte, enfrentada al discurso vigente de los poderes opresivos y abierta a la voz del otro y sus necesidades, en procura de una solución a la problemática social. En fin, una palabra de combate, difícil pero siempre posible”.
Unos doscientos académicos e investigadores elaboraron más de doscientas entradas como agricultura orgánica, asambleísmo, cacerolazo, cartoneros, consumo solidario, “mandar obedeciendo”, moral emergente, rearme categorial, redes intelectuales y socialismo del siglo XXI.
Biagini y Roig se preguntan “si hay intelectuales que jueguen un papel alternativo y sean ‘orgánicos’ (según la terminología de Antonio Gramsci) en relación con sectores sociales emergentes o potencialmente emergentes. Y lógicamente que los hay”, es la respuesta. También sostienen que en el pensamiento alternativo hay una riqueza teórico-práctica frente al pensamiento único “como denomina José Saramago a esa mentalidad estrechamente vinculada con el tener en lugar del ser”.
Con este Diccionario del pensamiento alternativo se propuso “suplir la falta de un panorama sistemático que examine las representaciones y las sensibilidades progresistas contemporáneas, ante la compartida urgencia por valernos de nuestras tradiciones populares para enfrentarnos con un orden mundial como el presente, en el cual, a diferencia de otros momentos de mayor protagonismo social, se sostiene la imposibilidad de modificar sensiblemente la naturaleza de las cosas”.

Club Social y Deportivo -escrito por Roberto Di Giano y Marcelo Massarino- y Deporte Amateur, de ambos autores y Julián Ponisio, son las únicas entradas que se refieren a la temática deportiva.


CLUB SOCIAL Y DEPORTIVO. En los primeros años del siglo XX se generalizó una práctica entre los integrantes de los sectores medios y bajos de la población argentina que luego derivó en la creación de una red de instituciones que reuniría las actividades sociales, culturales y deportivas de diversas zonas de la ciudad de Buenos Aires y sus alrededores. Tales entidades se diferenciarían de aquellas de carácter cerrado y discriminatorio construidas sólo por los miembros de la colonia británica y de la elite local. Los clubes sociales y deportivos fundados mayoritariamente por hijos de inmigrantes y nativos pertenecientes a los sectores populares se convirtieron en espacios destacados del mundo urbano donde se ejercitaba la democracia y se impugnaba al estabishment deportivo. Abiertos a todo tipo de público, permitieron la afirmación identitaria de sujetos sociales que no encontraban la posibilidad de afianzarse en el complejo universo social de la época, facilitando la integración de diversos actores dentro del lugar delimitado por el club así como también en un entramado social más amplio, donde se cruzaban amigos, familiares y vecinos en general. Conviene señalar que en las instalaciones de los numerosos clubes populares, cuyo objetivo principal aunque no exclusivo era la práctica del fútbol –un deporte de origen británico que fue resignificado positivamente por los estratos medios y bajos de la sociedad-, se articulaban las actividades recreativas y culturales de los barrios. Así, los clubes sociales y deportivos se sumaban a otros ámbitos relevantes de sociabilidad como las entidades educativas, los bares y la denominada “barra de la esquina”. (Fragmento)


DEPORTE AMATEUR. Resulta complejo distinguir claramente el deporte amateur del profesional y muchas veces paradójico pues sus límites son difusos y admiten contenidos contradictorios. Habitualmente, apelando a un reduccionismo, se pone el acento en la influencia negativa del dinero, al que se considera el principal contaminante de la mítica pureza del deporte.

Para superar a las prenonciones resulta particularmente fecundo analizar el fútbol argentino, que en 1931 experimentó el cambio de status deportivo. Con la llegada del profesionalismo se institucionalizó el pago de dinero a los futbolistas, práctica que hasta ese momento era ejercida en forma solapada, conocida como “amateurismo marrón”. Este mecanismo, puesto enmarca hace unos años, sirvió para retener a los jugadores talentosos cuando rentarlos no estaban aprobado por la superestructura jurídico-legal de las instituciones deportivas. Asimismo, la apropiación de la práctica futbolística por los sectores populares se inscribió en parámetros distintos de los utilizados por las elites que intentaron, por muchos medios, imponer a los demás actores una oral deportiva basada en la ejecución de movimientos medidos y estandarizados del cuerpo humano. De esa manera las demostraciones emocionales y sentimentales desde medidas, estrechamente relacionadas con la identidad cultural de los estratos medios y bajos de la población local, quedaron alejados de los ideales “civilizatorios” propios de la cultura deportiva anglosajona, sellándose así subjetividades diferentes. No es de extrañar, entonces, que a comienzos de la era profesional siguiera primando en los futbolistas, que ya cobraban formalmente, una mentalidad amateur asociada a lo lúdico y a una estética propia. (Fragmento)


http://www.editorialbiblos.com/inimodelo.php?modulo=detalle.php&idlibro=11591
http://www.cecies.org/proyecto.asp?id=47


14 ago 2008

Lo dice el escritor irlandés Joseph O´Neill¿Los norteamericanos se miran el ombligo, también en el deporte?

Luego de escribir su último libro sobre cricket, el intelectual critica la sociedad de los Estados Unidos

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lanacion.com Cultura Miércoles 13 de agosto de 2008

10 jul 2008

Con personajes de la cultura, la política y la vida cotidiana. CARLOS PENELAS PUBLICO SU LIBRO "RETRATOS"


Buenos Aires, 26 de junio (ANC-UTPBA).- "Retratos" es un nuevo libro del poeta y escritor argentino Carlos Penelas, editado por el Centro Betanzos y auspiciado por la Xunta de Galicia, que reúne perfiles de personajes que transitan la vida cotidiana, la cultura, la política y –fundamentalmente- el afecto compartido, el amor y la esperanza.

El autor explica que se propuso "recoger aquello que se encuentra al borde de la mirada, en el umbral de lo no visto. Me guía la intuición, un viaje solitario. Uno trabaja sobre imágenes hurtadas. Desde el sentido de lo armónico un proceso de condensación. Lo desunido –desde la poesía– conquista unidad. Sabemos que lo efímero tiene su instante metafísico, una simetría que se dispersa en lo nocturno, en el hábito de lo ausente que asigna valor a lo perdido; ritmo a lo perdurable".

Columnista de los periódicos Galicia en el Mundo, Nueva Rioja y Diario Hispano Argentino, Penelas articula una prosa precisa y emotiva con la que se refiere a Roberto Santoro, periodista desaparecido por la última dictadura militar, en "Poeta con flor en la oreja"; a la dramaturga Alejandra Boero en "Mujer en un andamio" y al artista plástico Máximo Paz en "Hombre en Hollywood", entre otros.

También rescata del anonimato a personajes entrañables de la ciudad de Buenos Aires como don Manuel Fernández Valle quien fue mozo del bar Astral, en la esquina de Viamonte y Rodríguez Peña, "que solía acercarse a la mesa con el puño de su mano izquierda en alto y la bandeja en la otra mano".

Hay, además, dos textos conmovedores: "Hombre anarquista con sombrero" dedicado a Enrique Palazzo y "Mujer con niño en el regazo" que recrea a doña Pilar Freire, nacida en Mesón de Cabra, una inmigrante española que se radicó en la Argentina sin olvidar nunca a su tierra (ANC-UTPBA).

http://www.voltairenet.org/article157535.html

20 mar 2008

Arthur C. Clarke y el fútbol



Hay hombres que viven un paso adelante que el resto de los mortales o, tal vez, sólo se trata que sus pensamientos nacen y se reproducen, uno tras otro, hasta la última exhalación. Arthur C. Clarke, que murió ayer en Sri Lanka a los noventa años de edad, es un ejemplo de cómo una mente brillante también puede caer en las oscuridades de la perversión. Autor de más de 90 obras literarias fue un escritor de ciencia ficción y un reconocido divulgador científico. Anticipó en sus trabajos el fenómeno de Internet, la telefonía celular y el desarrollo aerospacial. Dos hechos lo catapultaron a la popularidad: la película 2001. Odisea del espacio, que dirigió Stanley Kubrick, en 1968 -basada en el cuento El Centinela-; el otro hito fue su participación en la transmisión de la cadena estadounidense CBS cuando la misión Apolo llegó a la Luna en 1969, tarea que repitió con las Apolo XII y XV. Recibió el título de Caballero del Reino Unido por su obra y sus servicios en la Real Fuerza Aérea durante la Segunda Guerra Mundial, tras superar una denuncia de la prensa británica que lo sindicó como pederasta.

Un ligero caso de insolación es un cuento que Clarke publicó en 1958 y que, cincuenta años después, sorprende por su actualidad. Se refiere a la corrupción y la política en un país sudamericano con una mirada anglosajona que asocia a cualquier estado latinoamericano con un designio de país bananero. Clarke recurre al fútbol para referirse a la violencia que, tal como la sufrimos en la Argentina, poco tiene que envidiarle a la historia de esta obra. Hasta la Vista es una ciudad andina, capital de Perivia, enclavada a casi tres mil metros sobre el nivel del mar. Allí hay un estadio de fútbol, con capacidad para cien mil personas, que es escenario de un partido anual frente al seleccionado de la vecina república de Panagura. La mitad de los espectadores de ese trascendental clásico son miembros del Ejército periviano que, al toque de un clarín convierten en una pira de cenizas al árbitro del encuentro –que jugaba con un chaleco antibalas debajo del uniforme negro- después de varios desaciertos en sus fallos. Los militares usaron unos lujosos programas color plata –al estilo de las publicaciones que los clubes europeos entregan a los espectadores- para reflejar la luz del sol: “Nunca supe, hasta entonces, cuánta energía hay en la luz solar: en cada metro cuadrado de superficie iluminada hay más de un caballo de fuerza. La mayor parte del calor que caía sobre un lado del gran estadio fue desviado hacia la pequeña superficie que ocupaba el difunto árbitro. Incluso si pensamos en todos los programas que no apuntaban correctamente, el árbitro debe haber interceptado un calor de por lo menos mil caballos de fuerza. No puede haber sentido mucho: fue como si lo hubieran tirado en un horno. Estoy seguro que nadie, excepto don Hernando, sabía lo que iba a suceder, a sus bien instruidos fanáticos se les había dicho que el referí solamente sería cegado y puesto fuera de acción por el resto del partido. Pero también estoy seguro que nadie tuvo remordimientos. En Perivia juegan al fútbol con pasión.” Ya con un juez más dócil, el local remontó un par de tantos en contra con ¡catorce goles! No en vano el dicho dice que “el dos a cero es el peor resultado”.

Pero el cuento no termina ahí ya que tiene un epílogo acorde a un hombre formado en los valores de la monarquía parlamentaria británica, y digno de un scketch del Yéneral González –el personaje que parodiaba a un dictador sudamericano que lucía una banda cruzada al pecho como atributo presidencial con la leyenda “Tus amigos”-, que encarnaba el cómico Alberto Olmedo, en su programa televisivo “No toca botón”.

Los funcionarios que se encargan de la seguridad en el fútbol, especialmente el ex árbitro Javier Castrilli, deberían incluir entre sus hipótesis de conflicto que un día soleado y “apto para los deportes al aire libre”, se puede convertir en un infierno. Tal vez suceda cuando los barrabravas lean a Arthur C. Clarke y se digan que la realidad bien puede superar a la ficción.


M.M.

Jueves 20 de Marzo de 2008

Para bajar el texto del cuento "Un ligero caso de insolación" pulsar en: http://www.macrohw.com/archivos/libros/Arthur%20C%20Clarke/Arthur%20C.%20Clarke%20-%20Un%20Ligero%20Caso%20de%20Insolacion.pdf

Foto: http://www.newforestobservatory.com/wordpress/wp-content/gallery/peopleandplaces/ACC.jpg

19 mar 2008

El último adiós


Desde hoy a las once y media de la mañana los restos del ex futbolista Darío Dubois descansan en el Cementerio de San Justo, en el partido bonaerense de La Matanza. Un centenar de familiares y amigos lo despidieron con un aplauso cuando el féretro quedó depositado en el nicho 7, galería C, fila 4º. Su hermano Rubén tenía entre las manos la camiseta de Ferrocarril Midland que Darío lució cuando convirtió el recordado “gol de la vida”. Fue durante un partido frente a Liniers, en el barrio de Villegas. El árbitro suspendió el encuentro cuando Darío quedó inconsciente tras un choque involuntario con un rival. Días más tarde el partido siguió e hizo el tanto del triunfo para el equipo de Libertad. Una historia más de las tantas que protagonizó este icono del fútbol del ascenso en la Argentina, ejemplo de entrega, sacrificio y compañerismo que será recordado como un hombre íntegro y de convicciones tan firmes como justas.

M.M.

Nota: la imagen corresponde a una nota del diario deportivo Olé, suplemento Ascenso, del domingo 9 de marzo de 2008.

17 mar 2008

Murió el ex futbolista Darío Dubois


El ex jugador de fútbol Darío Dubois falleció ayer después de ocho intervenciones quirúrgicas con las que intentó superar un gravísimo cuadro producido por dos disparos en el estómago y una pierna, que recibió en la madrugada del domingo 2 de marzo, tras ser agredido por dos individuos en el barrio de Villegas, partido de La Matanza. Si bien fue socorrido de inmediato y derivado al Hospital Paroissien, no pudo con las lesiones que derivaron en un agravamiento paulatino que lo dejó en terapia intensiva y terminó con su vida.
Dubois tuvo una dilatada trayectoria en el fútbol del ascenso de la Argentina. Militó en Yupanqui, Atlético Lugano, Deportivo Laferrere, Ferrocarril Midland, Victoriano Arenas, Deportivo Riestra y Cañuelas.
Símbolo y caudillo en los planteles que integró desde 1994, su pérdida es sentida por sus ex compañeros, colegas, entrenadores, dirigentes e hinchas que lo conocían como una persona cabal e íntegra.
Hoy las 8 de la mañana los forenses realizaron la autopsia del cuerpo que no podrá ser cremado, como lo deseaba Dubois, por disposición judicial. Sus restos serán inhumados mañana a las 11.00 en el cementerio de San Justo.
Marcelo Massarino
Nota: la imagen corresponde a un artículo del matutino Crónica del 10 de marzo de 2008, página 11.
Vínculos:
* El diario La Voz del Interior, de la provincia de Córdoba, reproduce en su portal un cable de la agencia de noticias TELAM.
* Homenaje a Darío Dubois en el portal En una baldosa.

18 feb 2008

El periodismo en tiempos del neoliberalismo: las cosas por su nombre

Durante la década de los 90, la flexibilización laboral en la Argentina fue presentada como la cirugía necesaria para salvar a un país enfermo por la desocupación, aunque después de casi veinte años el paciente continúa en estado crítico y con pronóstico reservado. Más allá de la metáfora médica, la derrota de las mayorías frente al liberalismo económico se dio en el plano de los derechos laborales, en la cultura y la política.

La represión sobre el movimiento obrero durante la última dictadura militar (1976-1983) tuvo en el menemismo la continuidad que cambió las reglas de las relaciones del trabajo, con el apoyo de gran parte de la dirigencia sindical que compartió el desguace de las empresas estatales, al tiempo que el aparato productivo se licuó con el dólar barato y las importaciones. Pero la flexibilización laboral y el liberalismo económico no sólo se palpa en los índices de pobreza y desocupación, también se percibe en el día a día de una sociedad que, en gran parte, compró una promesa y se quedó con las manos y el país vacíos.

En nuestro gremio cientos de trabajadores de prensa pertenecen a la categoría de “colaboradores”, especie de vendedores ambulantes de su fuerza laboral que envían sumarios y golpean puertas a la espera de una oportunidad. Bajo esa clasificación –una suerte de cuentapropista más cerca del desocupado que del profesional independiente– sale a ofrecer sus ideas y su producción al servicio de los medios, que disfrazan una relación laboral bajo el rótulo de una “prestación de servicios periodísticos”.

La realidad indica que la única libertad que tienen es elegir quién les pagará una suma irrisoria por su labor, al tiempo que la precarización –que en estos casos llega al paroxismo– se expresa de manera descarada. Nunca como hoy se confunde a la flexibilización con profesionalismo; a la baja remuneración y la evasión impositiva y previsional de las empresas con un trabajo que se presume como independiente; al aislamiento y la inexistencia de un ámbito en común con la prestación de servicios externos.

Las nuevas generaciones de periodistas se forman con estas categorías laborales y con sus significados travestidos que desvirtúan la tarea del trabajador de prensa, a quien se lo obliga a vender una nota en lugar de desplegar su trabajo intelectual en un medio de comunicación. Factura mediante, no sólo resigna una relación laboral sino también el producto mismo de su esfuerzo y la integración a un ámbito de desarrollo profesional y de pertenencia: la redacción.

En ese marco es que los colaboradores tienen comprometida su práctica cotidiana y son, aún en estas condiciones, productores de sentido. ¿Hay algún escenario más adverso donde las relaciones de poder se presentan de manera más descarnada? Sin embargo, estos periodistas precarizados se comprometen con aquello que consideran su verdad, exploran en estilos, formas y contenidos de los más diversos para sostener una continuidad siempre sujeta a la cantidad de firmas que comprometen a la empresa para el blanqueo del empleo en negro. Así, la búsqueda de una colaboración contempla, además, la forma en que resguardamos nuestro sentido de la verdad y el respeto intelectual.

Las circunstancias que rodean el desempeño profesional nos obliga a la búsqueda de nuevas opciones. Desde el llano, muchos trabajadores de prensa optaron por alternativas comunicacionales construidas sobre formas asociativas que privilegian la solidaridad entre sus miembros, el consenso en la toma de decisiones –que resguarde un sentido de verdad que respete la opinión del periodista– y la producción de un capital cultural no contaminado por los intereses económicos y políticos de los grandes medios masivos. La preparación y capacitación para el manejo y aprovechamiento de las nuevas tecnologías es un soporte importante para estas experiencias que, poco a poco, toman forma y se arraigan en las comunidades más diversas de la Argentina.

La feria de las vanidades que montaron una trouppe de periodistas y empresarios que se sienten discriminados (del negocio publicitario estatal) y censurados no incluye entre sus reclamos las condiciones que soportan los trabajadores de prensa que condicionan su creación y libertad intelectual, entendida como el valor supremo que tiene su sentido de verdad y el derecho de expresarlo. La carpa de la fantasía persecutoria no apoya ni valora a los colectivos que impulsan su propia comunicación sobre pertenencia a una comunidad, no por la especulación del lucro y la ganancia.

La reflexión sobre la labor del periodista y su producción simbólica debe incluir un debate que defina las cosas por su nombre, que valore las experiencias alternativas y que sea independiente de las luchas y disputas de los monopolios y sus representantes ad hoc. Sólo con una mirada crítica desecharemos las palabras inútiles y su ficción para recuperar el valor del presente y nuestra historia. Así construiremos el futuro. (ANC-UTPBA).

Marcelo Massarino
Buenos Aires, diciembre de 2006

www.utpba.net/article155111.html
Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires
www.felap.info/Archivo/0208/2R.20080217.htm
Federación Latinoamericana de Periodistas

8 feb 2008

El fútbol es sagrado

¿Usted le tiene fe al María Mater Ecclesiae? ¿Es simpatizante, hincha o barra brava de éste equipo? ¿Conoce su historia, la superstición de cada jugador, sus cábalas? ¿Piensa que la Clericus Cup será más trascendente que la Jules Rimet ? Alfredo Ves Losada escribió una nota sumamente interesante en torno al fútbol, al Vaticano y el carisma de sus motivaciones. Ese artículo me llevó a escribir éste que seguramente llevará a un poeta, escritor o periodista a escribir otro. Un rosario de palabras jadeantes, votos y sortilegios entre arco y arco, entre el punto del penal y el silbato divino. Ante un tiro libre, ¿usted es capaz de rezar un Ave María?
Pues bien, para muchos la Clericus Cup es llamada en estos días la Champions League de la Santa Sede. Todo nació, según cuenta la leyenda, de la cabeza (no del cabezazo) del cardenal Bertone, Tarsicio. Ningún parentesco con nuestro amado y admirado Bertoni, Daniel. Este cardenal convenció a Benedicto XVI –llamado por las malas lenguas “el Beckenbauer de la Iglesia ”- para organizar un torneo de fútbol. Euforia y esoterismo. Se habló de la vidriera, de sponsor, de evangelización, de fieles, de la actualización. Oficios y comunión de santos. Creo que también de lo ventajoso para luchar contra el aborto, los homosexuales y los anarquistas. Gracias a Dios tuvo el visto bueno de su Santidad. Ergo, el cardenal convocó a dieciséis institutos romanos de formación diocesana. Y proliferaron equipos de fútbol con los seminaristas. El torneo se puso en marcha con jugadores de más de cincuenta nacionalidades. Un milagro: genuflexión y desplazamientos.
El Banco del Espíritu Santo aparentemente no intervino en ninguna publicidad pero colaboró con su mirada celestial. Una de las canchas auxiliares al Oratorio de San Pedro formará parte de la efemeridografía. Otro equipo: el Colegio Tiberino que intentó pasar a cuarto de final en el Grupo A.
Los nombres de los seleccionados son infernales, zigzageantes: Pontificio Seminario Gallito, North American, Pontificio Seminario Romano Maggiore, Universidad Lateranense, Redemptoris Mater… este último un equipo con letanías. La copa tiene forma de sombrero como los que lucían los seminaristas hasta los 90, con dos botines al pie. Un hallazgo bíblico, un emblema de la globalización. También participa un equipo cuyo nombre nos produce escalofrío: Legionarios de Cristo. Conservadores en el juego, dicen. Cuatro, cuatro, dos, dicen. Sin pecado concebido, dicen.
Hay banco de suplentes, entrenador, director técnico. Los seminaristas de Antioquia, los nigerianos y los colombianos parecen que dan que hablar. En el campo Cardinali Spellman - una leyenda como el Maracaná - es la cancha principal del Oratorio de San Pedro. Al entrar casi todos se persignan, otros besan el césped, ingresan por lo general con el pie derecho. Entran corajudamente. De afuera se escuchan los gritos de aliento, las hinchadas no tiran papelitos pero despliegan rezos, miran al cielo y entonan cánticos que no se parecen a los gregorianos. Códigos.
Se escucha: “tocando de primera”, “distribuyan la pelota”, “vayan por las puntas”, “se marca a presión”. En el Colegio Marista se hizo una especie de concentración con un almuerzo balanceado: pavo. El cocinero fue el padre Ignacio, Ignatius si usted conoce algo de latín. Hay sobrenombres, motes. Todo con beatitud. Algunos, devotos de la Virgen de Guadalupe, hacen sus pedidos. Mexicanos, qué duda cabe.
Un gol; el jugador levanta el puño derecho. Estatura canónica. Maradona, susurran. Admite, el goleador mira y admite. Pero hay más. Va hasta la platea y lo grita. Las matracas y los redoblantes hacen lo suyo. Está filmado: matracas y redoblantes. Describo, cuento aquello que leí y pude ver. Poco, poco. Y la gente corea, se abraza, se besa, tocan el cielo con las manos. No hay insultos, no hay laicos ni ateos ni desvergonzados. Reina la pulcritud, la pureza y el balón tiene algo espiritual, algo mágico. Impoluto, angelical, asexuado. Ninguna relación con el Mundial de Fútbol Gay que se hizo en Buenos Aires. Acá no hay maricas ni travestis ni onanistas. Ni monaguillos ni prostitutas.
(Estoy seguro que ninguno de ellos vio Sin techo ni ley de Agnés Varda ni Nadie sabe de Hirokazu Kore-eda. Tal vez me equivoque pero no creo, no creo.)
Hay tarjetas amarillas, no por el color de la bandera del Vaticano. Crearon una tarjeta azul, una tarjeta intermedia. Hay spray, ídolos, ritos. También algunos periodistas, devotos, moralizantes. No hay denuncias de proxenetas aunque el nombre de Marcial Maciel da vueltas en el campo de juego y sus alrededores. Silencio de monasterio. Los jugadores son, además, alumnos destacados. Estudian filosofía, teología, bioética. Algunas camisetas llevan el auspicio de Lotto en el pecho. Obediencia debida.
Al finalizar el encuentro se siente el olor a transpiración, no a santidad. No se sabe por qué pero muchos seminaristas brasileños no fueron convocados. En algunos el resentimiento se hizo ver. Culpas, algunos golpes beneméritos. Confesionario y a verlo todo detrás del alambrado. De Darwin no se habla. Ni de Galileo.
Hay fotos en los colegios de los muchachos. Alguien dice: “yo no estoy para hacer banco”. Aunque parezca mentira algunos les agrada la cumbia villera. Citan a Messi y a Carlitos Tévez. Saben que mañana les espera los abdominales, los piques, las carreras cortas, la elongación. Las duchas son como las de “ la Roma ”. Los espera la misa, la música y el reposo. Se juegan dos tiempos de treinta minutos cada uno.
Afuera, en los jardines, se escuchan los grillos. Moralejas eclesiásticas. “Que Dios te bendiga”, acotan al retirarse. El encargado del bufet les pregunta sobre el resultado, cómo jugaron, cómo están. En el bufet hay un bello crucifijo, grande, detrás de la caja, arriba del mueble de las gaseosas. Sutilezas, panoplias, platerías.
Felizmente, desde el día en que nací, soy de Independiente, de los Diablos Rojos. Como toda mi familia: padres, tíos, hermanos, primos. En la cancha aparece un “fana” disfrazado de diablo y en la popular una bandera lleva con claridad un número amenazante: 666. Una vez -hace años- pisé ese césped, caminé lo místico. Un proceso de levitación. No hay iglesia que nos ampare, me digo. Tal vez de allí el agnosticismo; de esas banderas rojas, de esa gente voluptuosa, de esos seres indolentes (como yo) que se emocionan en ese templo pagano, ateo, que sólo tienen fe en Lucifer. El de la visera, el de la Cordero , el de la calle Bochini.

Carlos Penelas
Buenos Aires, febrero de 2008


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5 feb 2008

San Lorenzo, Huracán y la Copa Centenario

El hincha, destinatario de la emoción que despierta el juego y al fin y al cabo el principal sostén del deporte más popular del país, sigue pendiente de un mensaje amable de parte de los responsables de su organización. De algo que demuestre que el fútbol mantiene buena parte de aquello que provocó amor e ilusión en incondicionales seguidores de varias generaciones.
San Lorenzo cumplirá 100 años en abril y Huracán en noviembre. Estos equipos tienen numerosas historias en común y una rivalidad de barrio que es el pilar de un clásico como no existe otro igual en la capital del país. Un clásico de vecinos que, desde su nacimiento, siguen siéndolo.
San Lorenzo y Huracán (por orden de aparición en la vida deportiva de Buenos Aires) deberían jugar en 2008 la "Copa Centenario", aunque los primeros sondeos (superficiales, por cierto) sobre la posibilidad de organización de un encuentro de estas características (o dos, en el Bidegain y en el Ducó), que sea independiente de la confrontación oficial en el Clausura y el Apertura, no provocaron respuestas entusiastas, ni firmes.
Apenas se escuchó un "podría ser" dicho con desgano, y en varios casos se apeló al tópico de la violencia que pondría en riesgo la seguridad de los asistentes, como excusa para no profundizar sobre el asunto.
River y Boca no coincidieron en el año de sus fundaciones (1901-1905). Tampoco Gimnasia-Estudiantes (1887-1905), ni Racing-Independiente (1903-1905), ni Rosario Central-Newell's Old Boys (1889-1903), ni Colón-Unión (1905-1907), protagonistas de partidos movilizadores, todos de singular atractivo.
Lo mismo ha ocurrido con Nacional-Peñarol (1899-1913), Real Madrid-Barcelona (1902-1899), o Real Madrid-Atlético de Madrid (1902-1903), Sevilla-Betis (1905-1907), Inter-Milán (1908-1899), Flamengo-Fluminense (1895-1902) y Alianza Lima-Universitario (1901-1924). Entonces, un clásico entre "azulgranas" y "quemeros" en sus primeros cien años se convertiría en un caso excepcional, en un partido de colección.
Y de colección serían las entradas con letras de oro y los programas impresos para cada espectador con los aspectos destacados de las historias de ambos clubes, los banderines alusivos y todo aquello que recuerde para siempre una fiesta de la más pura estirpe porteña.
¿Será tan difícil contratar a una banda de músicos que interprete los himnos de cada club antes del partido? ¿Será una osadía premiar con plaquetas encabezadas por los escudos de ambos clubes a Veira, Rendo, Marangoni, Carrizo, "Coco" Rossi, Hirsig, entre otros, que vistieron las dos camisetas?
¿Se podría señalar como una locura que los presidentes Savino y Babington presenten con breves discursos la celebración centenaria? ¿Y que el encuentro se televisara? ¿Y que el Gobierno de la Ciudad se asociara a un acontecimiento que tendría un rótulo integrador, pacífico y de respeto a las tradiciones futboleras?
¿O estoy crazy? diría Araujo.
El último mensaje que dio el fútbol argentino sobre las cuestiones relacionadas con las rivalidades fue desgraciado, patético. Luciano Leguizamón dejó de ser jugador de Gimnasia y Esgrima La Plata por haberle pedido la camiseta a Juan Sebastián Verón cuando comenzaba el descanso de un partido ante Estudiantes, y pasó a Arsenal.
En el fútbol argentino poco es lo que queda para rescatar a medida que avanzan oleadas de actitudes miserables, interesadas, malolientes. Por ahí, en medio de tanta pobreza intelectual y de espíritu, surge un guiño dirigido a la no violencia, al sentimiento y al interés del hincha, y de respeto bien entendido a la historia.

Enrique Escande
Autor de "Memorias del Viejo Gasómetro"

21 ene 2008

EL OJO DE LA TORTUGA


La poesía nos permite abrir interrogantes y ensayar respuestas con significados abiertos, múltiples. El orden lógico que encapsula significados es superado por el verso que explota e ilumina los signos. La luz atraviesa el prisma del lenguaje y se descompone en infinitos colores y matices para que el lector arme su paleta y combine texturas y tonos como hace el poeta en cada línea. En El ojo de la tortuga (Ediciones Ultimo Reino), María Victoria Ramos pone su poesía como herramienta para que las cuestiones que duermen en la quietud de las apariencias despierten, súbitas, en sentimiento y fragmentos de vida. Así, una observación sensible a la epidermis de la lengua y desprovista de prejuicios ilumina el horizonte de la cotidianeidad.

La espera adquiere un sentido de búsqueda cuando “el ojo de la tortuga/ sabe aguardar su primavera./ Escópico, atemporal,/ perdura./ Antes estuvo/ y después/ estará."

Con fragmentos microscópicos Ramos describe en “Huella” una identidad que persiste y resiste: “Delgado surco,/ huella digital:/ mi escritura./ El deleite/ de la delicadeza,/ la miniatura/ y el laberinto./ Esculpido en la piel/ por un dios perverso,/ distingue/ y a la vez/ condena.”

La palabra implica riesgo, miedo al abismo o a la cura que en “Magia” adquiere una dimensión que evoca la angustia del intelectual que piensa y se piensa. La búsqueda de un lugar en apariencia material, tierra firme para las ideas, termina en un espacio líquido que fluye y nunca reposa, como el río interior de nuestro cuerpo: “El pensamiento se detiene. /El deseo nunca se detiene./ En la alquimia del verbo/ todo conjuro/ puede cumplirse./ Templando ideas/ debe ser uno cuidadoso/ y no transformar el oro/ en cobre.”.

María Victora Ramos es autora de textos infantiles, graduada en Letras en la Universidad de Buenos Aires, donde es docente de Psicología de Arte. Con Pajarita de papel ganó, en 2002, el Primer Premio Nacional de Poesía del Centro Cultural Borges.

M. M.

El ojo de la tortuga

sabe aguardar su primavera.
Escópico, atemporal,
Perdura.
Antes estuvo

y después
estará.

El saurio,
el anfibio,
el nacarado galápago,
la escama del dragón
domesticado
en él se conjugan.

Hoy, en mi jardín,
más cercano,
pero no menos brumoso,
espera
como un oráculo
abandonado.

Al mirarme
con su pupila
augural
despliega
un temible espejo
en el que puedo leer

esto
también
pasará.

***
Huella

Delgado surco,
huella digital:
mi escritura.
El deleite
De la delicadeza,
la miniatura
y el laberinto.
Esculpido en la piel
por un dios perverso,
distingue
y a la vez
condena.

***
Magia

I
negra
en la noche
blanca
del papel.

En
cantada
por las palabras,
clavo
con metódica disciplina
alfileres
en el cuerpo
del poema.


II
El pensamiento se detiene.
El deseo nunca se detiene.

En la alquimia
del verbo
todo conjuro
puede cumplirse.

Templando ideas
Debe ser uno cuidadoso
y no transformar el oro
en cobre.

13 ene 2008

La cultura de la pelota

Para aquellos que no me conocen debo decirlo. Y si es necesario reiterarlo. Amo el deporte. Me formé desde niño en un club donde su escudo dice Mens sana in corpore sano. Esa sentencia latina y otra -que aún leemos en el frontispicio de mi escuela primaria- Liber Liberat, me acompañan. He corrido en natación, pecho. He nadado en río y en mar. He jugado pelota a paleta y concurrí a las clases de box con el “Sapo” Azar. Un nadador de otros tiempos, Pico, me enseñó a no tenerle miedo al agua. Y un estilo para siempre. Fútbol toda mi vida. En Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires, en torneos internos de Atlanta, en la 5ta. de Argentinos Juniors, en el seleccionado de la Escuela Superior de Comercio Carlos Pellegrini, en cuanto potrero o baldío había. De adulto me transforme en director técnico de los equipos de mis hijos del torneo de GEBA, durante diez años.

Siempre, o casi siempre, jugué de insider derecho o entreala derecho. Y sin vanidad, no jugaba mal.(En algunos picados, para compensar, sólo podía tocar la redonda con la izquierda. La derecha apoyaba, nada más.) La pisaba, levantaba la cabeza mirando al compañero, la pedía a cada rato. Al trote, de área a área. Y volver a empezar, armando el partido, con paciencia, cruzando pelotas a veinte o treinta metros, gambeteando, haciendo caños, taquitos, acariciando la pelota, amándola. Con las medias bajas, sin canilleras. Caminando, casi sin transpirar. Guardo medallas y alguna copa de esos años.

De muchacho pude ver en Independiente a uno de los más grandes, al uruguayo Vladas Douskas. Mi padre me llevaba a la tribuna de los Diablos Rojos. Iba con mis hermanos y mis primos. Michelli, Cecconato, Bonelli, Grillo y Cruz. Los veo aún salir del túnel a Elías Abraham, a Moussegne, a José Varakca, a Maldonado, al Bocha…
Mi padre me hablaba de Seoane, de Orsi, de De la Mata. Los conoció en la fonda de mi tío Pedro, en Avellaneda. Iban a comer pastas y tomar vino tinto el sábado por la noche. En el barrio La Mosca, Piñeiro.

Cuando viajaba a los entrenamientos de Argentinos Juniors tomaba el 109. En el bolso llevaba la toalla, los botines, la medias, el pantaloncito y un libro de poemas. Jamás confundí el arte, la educación de la sensibilidad, la ética, la creación interior con la industria. Una cosa es el jazz y otra el imperialismo. Por esos años, por otra parte, en mi hogar se hablaba de Bakunin, de Trosky, de las invasiones de los marines y de la Guerra Civil Española. Además -vale el tono- el deporte amateur es lo verdaderamente importante. Recordemos a Píndaro. El resto sabemos de sobra: industria, mercado, negocio, mafia, sistema en descomposición. Política de la más baja estofa; delito y corrupción.

“A los poetas no concedieron ni los hombres ni los dioses ni los libreros el ser mediocres”, sentenció Horacio en su Arte poética. Pocos son los hombres que pueden consumar ese arte. Ahora, parece que es a la inversa. Philip Sydney, en su famoso libro Defensa de la poesía, decía que “no son el rimar y el versificar el que hacen al poeta”. Y “que han existido muchos poetas de gran excelencia que nunca versificaron”. Estamos hablando de 1580.

Vivimos con alegría mediocridad y populismo. Las editoriales y seudos escritores ven un mercado redituable, se puso de moda. Caro lector, no olvide las palabras del comienzo, por favor. No se trata de escritores ilustrados y escritores junto al pueblo. Estamos hablando de estética literaria. Recuerde, cité a Píndaro. Puedo hablar de Camus o de Pasolini. Pongo en tela de juicio que estos relatos, cuentos o novelas futboleras tengan algo que ver con la literatura. No creo que en Italia se publique una antología donde estén Petrarca y Dante junto a Modugno o Celentano. Podemos seguir. Aquí vale todo, se mezcla todo. No se trata, reitero, de desdeñar temas, intentamos señalar a los adulones, a los populistas, a los que cómplices del mercado (aunque lo nieguen en nombre de las masas) distorsionan lenguajes, conceptos, prestigios. No estamos en contra de los “escritores futboleros”, decimos que no son “escritores”. La mayoría son farsantes, otros escriben con los pies. Más claramente: son malos escritores. Intentar confundirlos con Horacio Quiroga, Ricardo Molinari, Marco Denevi o Abelardo Castillo, por dar algunos nombres, es mala fe o ignorancia. El público es el público. Y el lector es el lector. Una cosa es la carga afectiva y otra lo trivial, lo chabacano que hay en cada acto; lo ideológico, la lectura política, si se quiere. Se habla de éxito, de territorios para explotar, de la influencia de los medios.

Fascinaciones, declaraciones frontales, estilos categóricos. Bien. Frecuentación servicial que produce desplazamientos. Estilos oleaginosos que abarcan los diarios canónicos, posiciones de avanzada, seudo progresismo. Maniobras. Pactos, por razones de afinidad espiritual, verificación de textos, ponerse à la page. Ecos difusos de nuevos intelectuales, o viejos zorros, que distribuyen amagos, vertiginosos saludos y demás chovinismos. Problemas de latitudes y de buen hígado. Méritos de un extraño raíd, virtudes filantrópicas, tal vez. Osados, venerables, estrategias con la patota de amigos presuntamente privilegiados. Bromas ocurrentes y celebradas. Sintetizo, lector, sintetizo. Y luego la perplejidad, los elogios, las justificaciones. Posicionamiento. Esa es la palabra.

Porque la miseria se fue acumulando. En las calles, en las plazas, en los hospitales, en las escuelas, en los edificios, en las bibliotecas. Inquietante, paradigmas, blasones de otra índole. Conjuro y flecos de legiones, de actitudes puntuales, de juegos florales cercanos siempre a lo nacional, a lo anecdótico, a lo decorativo del poder de turno. Parlotean, cejas al frente, beneméritos apóstoles del lumpenaje. Apogeos, criterios corporativos. Académicos de otro orden, reiteración de lo mismo. Cansan, en el fondo son tan prolijos como los embajadores con medallas al pecho. “Por miedo al castigo que por amor a la virtud”, escribió Horacio en Epístola a los Pisones.

Carlos Penelas
Buenos Aires, enero de 2008.
Foto: Vladas Douskas con la camiseta de Nacional de Montevideo.

11 ene 2008

Pasiones privadas Hugo Gatti y su talento
El autor de Ciencias Moralesrevela su admiración por el famoso arquero de Boca y recuerda la comida memorable que compartió con el futbolista cuando el escritor era apenas un niño y el astro se encontraba en su apogeo
LANACION.com ADN Cultura Sábado 5 de enero de 2008

15 nov 2007

Fútbol y discriminación social


El sociólogo Roberto Di Giano es autor de Fútbol y discriminación social, un nuevo libro que se suma a Fútbol y cultura política en la Argentina y El fútbol y las transformaciones sociales del peronismo, también de editorial Leviatán (http://www.e-leviatan.com.ar/).

El periodista del diario Clarín Ariel Scher dedicó hoy su columna Tiempo de descuento, con el título Pensar un país y pensar el fútbol, al flamante trabajo de Di Giano. Para leerla, pulsar http://www.clarin.com/diario/2007/11/15/deportes/d-06503.htm


Lo que sigue es un fragmento del prólogo de Fútbol y discriminación social.


Este libro analiza el sostenido desarrollo que tuvo el fútbol en la República Argentina desde 1913, año en que salió campeón por primera vez un equipo surgido de las entrañas del mundo popular, hasta el momento en que se produce la abrupta caída del régimen peronista a mediados de la década del cincuenta.

Es importante recordar que el mundo popular de principios del siglo XX era un espacio marcadamente heterogéneo y que a los grupos oligárquicos les resultaba cada vez más irritante porque contaba con la activa presencia de una multitud de inmigrantes que irrumpían como elementos de perturbación de ese orden social pergeñado en su acotado círculo intelectual.

El cambio de sensibilidad con respecto al fenómeno inmigratorio les permitió a las elites reforzar su desprecio sociocultural por los miembros de los sectores populares a quienes, para justificar su dependencia, les negaban moralidad y capacidad. Si anteriormente se habían mostrado eficaces para asociar al criollo con la desidia y la holgazanería, a los otrora bienvenidos inmigrantes los vincularían sin ningún tipo de reparos con la inescrupulosidad, marcando así con ellos una frontera cultural que adoptando distintas formas siempre tendió a rechazar al ajeno.

En los diarios más prestigiosos e influyentes de la época encontramos muestras de intolerancia y discriminación que funcionan como verdaderos legados, en los espacios dedicados a debatir diversas cuestiones de la cultura futbolística local. Tomar en cuenta parte de ese rico material brinda la gran posibilidad de ampliar y complejizar nuestra memoria social y demostrar que muchas de las polémicas de antaño arribaron al nuevo milenio con una vigencia insospechada.

En la Copa del Mundo realizada en el Uruguay quedaría demostrado que el fútbol es capaz de exponer una variada gama de cualidades estéticas. Pero a su vez, que se ofrece como un terreno privilegiado donde se vuelcan los costados más patéticos de muchos aficionados.

Así, por ejemplo, sucedió con aquellos uruguayos que en este relevante torneo disputado en 1930 hicieron una demostración violenta de la adhesión a su seleccionado, ligada a lealtades nacionales demasiado exacerbadas. En ese clima de fuerte intolerancia, fantasear con una derrota frente a su clásico rival, el poderoso equipo argentino, los volvió llamativamente hostiles y violentos con los demás, y los alejó de la posibilidad de ensayar formas creativas de participación popular para salir del laberinto tejido por la xenofobia.
En la década del treinta el gobierno del general Agustín P. Justo, líder de aquella experiencia tan traumática para la mayoría de los habitantes de nuestro país consistente en restaurar políticas de tinte oligárquico, se relacionó estrechamente con el fútbol. La potencia de la cultura liberal, capaz de generar imaginarios que oculten o resalten hechos de una manera arbitraria, ayudó a borrar de la memoria colectiva, entre otras cosas, el sólido vínculo construido entre el astuto presidente y una de las entidades más poderosas del ámbito futbolístico: Boca Juniors.

Eran tiempos en que a las máximas autoridades del país, atravesadas por injerencias exógenas, se les planteaban serias dificultades para cohesionar a la sociedad en una forma relativamente duradera porque lograr una verdadera integración les hubiera exigido tener una visión más abarcativa de las problemáticas nacionales. Entonces, en ese contexto de desarticulación social, donde se podía percibir cómo se trituraban muchos vínculos solidarios, un clima de desaliento cubrió a amplias capas de la población afectadas sensiblemente por el elevado nivel de pobreza y de desocupación. Asimismo, por la entrega de patrimonios nacionales decidida por las elites en aras de insertar al país, de una manera servil, en la nueva configuración económica mundial.
Para el final de la presente obra, dedicada a una rica expresión cultural que comprometió históricamente a diversos sectores de la población, se dejó un lugar privilegiado al papel que cumplió el fútbol en los últimos tramos del gobierno peronista que dirigió los destinos del país desde 1946 a 1955. Una de las características relevantes fue que sus altos dirigentes comprendieron pronto la importancia política de celebrar lo nacional tomando en cuenta a los sectores populares. El presidente Juan Domingo Perón asumió la representación de los trabajadores quienes mayoritariamente simpatizaron con el líder que cosechó durante su largo mandato conmovedoras adhesiones.

11 nov 2007

Capurana


Capurana es el primer libro de Julián Ponisio que reúne una poesía que late junto a la vida y los afectos cotidianos. Además, ofrece una visión que excede la frontera del barrio y la familia: describe paisajes de la Argentina marginada por el puerto y la Sudamérica que late desde el Río Bravo hasta la Tierra del Fuego.
Sentimiento, homenaje, cordura, nostalgia y dignidad son palabras que resuenan en los poemas de Capurana que revitalizan la idea del hombre que construye, junto a los suyos, su propio destino. Porque, como escribió su autor en Carta a un compadre:
La distancia a veces se vuelve nuestra peor enemiga
Pero como me dijera un viejo sabio:
“Las almas, hermano mío, no van con el tiempo
crecen registrando los hechos”.
Todos guardamos en nuestro interior las huellas de nuestros encuentros.

La presentación de CAPURANA será próximo miércoles 14 de noviembre a las 19 en el Centro Cultural Raíces, Agrelo 3045, Balvanera, Ciudad de Buenos Aires.



Hormigas argentinas
En su lucha solitaria, las hormigas
Avanzan su clamor resplandeciente
Caminan, firme paso, contra el viento
Senderos transitados y ascendentes.

Moral alta y objetivos claros de furia
Sortean la altura y dimensiones
Y entre todos, sagrados y profanos
las hormigas imponen condiciones.

Revocan la esperanza ya perdida
Imploran libertad sin ataduras
Quebrando la distancia ya maduras
Irrumpen la ciudad adormecida.

Realizan ese sueño de conquista
las hormigas contra el águila del Norte
que sin someterse a las cortes
derriban la barrera imperialista.

He aquí, amigo mío
sinónimo de un cambio que avecina
Demuestran que se puede con empeño
Nuestras valientes “Hormigas Argentinas”.

“Hormigas argentinas invaden California”, Clarín 17 de mayo de 2000.


1 nov 2007

Centenario Homero Manzi

Hoy se cumplen cien años del nacimiento de Homero Manzi, poeta del tango e hincha de Huracán.
Les dejo una poesía del hombre que es esquina, justo, en San Juan y Boedo.

Palabras sin importancia
Escuchame, al pasar, como yo escucho,
la lluvia que murmura en la ventana,
pensando en algo que olvidé hace mucho,
entre las cosas de la vida vana.

Escuchame también como si oyeras,
esa canción que se enredó en tu vida,
y que vuelve de pronto sin que quieras,
y que es más triste cuanto más se olvida.

Y piensa que mi voz es tu voz misma,
y que murmuras lo que ya te dije,
y que mi vida se encuentra con tu vida,
y que estamos los dos un poco tristes.

Aquí estoy junto a ti, toma mi mano,
no me preguntes para qué he venido.
Piensa que soy tu amigo más lejano,
y que esta noche vuelvo del olvido.

Escuchame pensando que estoy lejos.
Nada acerca mejor que la distancia.
No te diré sentencias ni consejos,
nii escucharás mentiras ni alabanzas.

Escuchame, al pasar, indiferente,
como se escucha el ruido en la distancia.
Olvida las palabras que te cuente,
mis palabras no tienen importancia.

28 oct 2007

El boxeo, una pasión olvidada por los porteños

Pasiones privadas
El autor de Hotel Edén narra su afición al boxeo y lamenta que ese deporte, en otros tiempos parte de la vida social de Buenos Aires, haya perdido su prestigio
LANACION.com ADN Cultura Sábado 27 de octubre de 2007

7 oct 2007

Vélez-Tigre. DIERON TODO, PERO EL EMPATE NO LES SIRVIO A NINGUNO DE LOS DOS


Por Marcelo Massarino
Vélez mereció mucho más que un empate frente a Tigre porque dominó el juego a voluntad y dispuso de las mejores situaciones, pero careció de puntería en la definición. Además, el equipo de Ricardo La Volpe no liga y la suerte no lo acompaña. Por el contrario, sí la tiene el conjunto de Diego Cagna que aprovecha al máximo las escasas posibilidades de gol y mientras defiende con uñas y dientes el cero en su propio arco. Claro, no todo viene de la mano del azar sino que hay razones que explican el presente de ambos. Un Fortín alejado de la lucha por el campeonato e inmerso en una crisis futbolística que desencadenó la renuncia de su director técnico y un Matador que es animador y protagonista del Apertura, con una campaña excepcional gracias al carácter y la actitud que ponen sus jugadores, hasta hace poco desconocidos para el gran público.


Publicado en Diario Perfil, domingo 7 de octubre de 2007, sección Deportes, página 80.

3 oct 2007

BABEL


Por Marcelo Massarino

Miguel Russo tuvo durante años una obsesión con la historia del escritor ruso Isaak Babel que plasmó en una nouvelle. Antes publicó artículos en los que contó la vida de quien fue presidente de la Federación de Escritores Soviéticos y defensor de la revolución bolchevique, además de autor de grandes libros como Caballería Roja y Cuentos de Odessa. Babel fue detenido en 1939 y condenado a muerte por el stalinismo en 1940 bajo la acusación de “no escribir” y por actividades contrarrevolucionarias. Un pelotón de fusilamiento cumplió la sentencia que, en 1954, fue revocada con la intención de rehabilitarlo. Russo piensa y escribe los meses de Babel en la prisión de Lubianka y reflexiona sobre el sentido del arte, el compromiso y la libertad creadora. En las páginas de esta novela hay una mucho más que los últimos días de un hombre encarcelado y torturado a la espera del disparo final, también está la pintura de una sociedad y el clima político de una época que fue reverenciada por la militancia comunista.
El estilo de Miguel Russo es preciso, contundente y le sirve para alcanzar un objetivo: expresar con claridad la posición ética que debe guardar un intelectual con convicciones, alejado de dogmatismos y dispuesto a la crítica del poder de turno, una manera de debatir con el lector sobre el sentido de la revolución y de la vida al servicio de una idea.


Publicado en Revista Sudestada edición nº 63, octubre 2007, p. 17

Justo reparto. ENTRE EL PRAGMATISMO DE UNO Y LA FALTA DE IDEAS DE OTRO


Por Marcelo Massarino
San Martín es un equipo pragmático, acorde a los tiempos que corren donde las utopías cosechan pocas adhesiones. Lo concreto es que se llevó un empate de visitante frente a Colón, en Santa Fe, que lo aleja de la zona de promoción y se perfila cada vez más como un conjunto duro, áspero y difícil de vulnerar.

Publicado en Diario Perfil, domingo 30 de septiembre de 2007, sección Deportes.

23 sept 2007

Esta vez en San Juan. CUANDO MENOS LO IMAGINABA, A VELEZ LO LIQUIDARON OTRA VEZ CON EL TIRO DEL FINAL


Por Marcelo Massarino

Vélez Sarsfield otra vez sufrió el tiro del final y perdió su segundo partido consecutivo en la última jugada. El sábado pasado el verdugo había sido Racing. Ayer San Martín, en San Juan, le dio otro baño de realidad a este tibio equipo de Ricardo La Volpe, un entrenador que está en la picota después de caer en tres de las últimas cuatro presentaciones. Además, el conjunto de Liniers extendió la sequía de victorias como visitante, desde aquel uno a cero ante Colón en la fecha inaugural del Apertura. ¿Podrá el temperamental entrenador torcer la racha adversa y cambiar la opinión de los hinchas que le adjudican la responsabilidad no sólo de los resultados en contra, sino también de la falta de una identidad futbolística? La imagen de aquellos equipos arrolladores con técnicos como Carlos Bianchi, Marcelo Bielsa y Miguel Angel Russo contrasta con este Vélez que no impone condiciones al rival y es un cúmulo de buenas intenciones.


Publicado en Diario Perfil, domingo 23 de septiembre de 2007, sección Deportes, página 66


17 sept 2007

Ante un rival especial. HURACAN SUFRIO, PERO DISFRUTO DEL DULCE SABOR DE LA VENGANZA


Por Marcelo Massarino
En la primera victoria de Osvaldo Ardiles, el Globo se recuperó de tres derrotas seguidas y se sacó de encima una mochila pesada: ganarle al equipo que hace casi tres meses le postergó el ascenso en un partido más que polémico. Sacó claras ventajas en el juego, pero tras el descuento de los sanjuaninos se metió atrás y terminó apretado.

Publicado en Diario Perfil, domingo 15 de septiembre de 2007, sección Deportes, página 70

Ver nota completa en:

27 ago 2007

Ganó en Rosario. HURACAN, CON OFICIO Y CON LAS MEJORES INTENCIONES


por Marcelo Massarino*
Este Huracán de Antonio Mohamed tiene la marca registrada de la pelota contra el piso más una cuota de sacrificio que ilusiona a los hinchas que festejaron el triunfo frente a Rosario Central, uno a cero. Además, está invicto y tiene un objetivo: la permanencia en Primera, una meta modesta para su historia, pero importante para el presente de crisis del club. En Arroyito le bastó con las tareas de Sánchez Prette y Barrientos en la mitad de la cancha, más el oportunismo de Franco Mendoza que marcó el gol del triunfo cuando expiraba el primer tiempo. Enfrente hubo un Central desdibujado convertido en un manojo de voluntades.
Los Quemeros, que tienen los recuerdos a flor de piel guardan en la memoria un triunfo histórico en Rosario del Huracán Campeón del '73 cuando el domingo 6 de mayo goleó a Central 5-0. Ese día, todos cayeron bajo el embrujo de la gambeta de un chico que venía del ascenso y que marcó dos goles, uno de ellos, a los 44 del primer tiempo, tras un jugadón con Roque Avallay. La ceremonia del fútbol se completó con el aplauso unánime y la admiración de propios y extraños. Uno de esos hinchas, a la postre el canalla más famoso, Roberto Fontanarrosa, escribió 27 años después: "La hinchada de Central aquella tarde, tras el último gol de Houseman, se puso de pie y, simplemente, aplaudió".
Este Huracán no tiene estrellas pero su entrenador está moldeando un equipo que promete darles pelea a todos los rivales, se llamen como se llamen, y esta victoria lo demuestra. Todavía falta mucho, pero está en el camino correcto.

* Desde Rosario
Publicado en Diario Perfil, domingo 26 de agosto de 2007, sección Deportes, página 75.

3 jul 2007

El regreso del Clásico Huracán-San Lorenzo


(Por Enrique Escande*) "Dicen que me fui de mi barrio, pero ¿cuándo? Si siempre estoy llegando...", murmuraba Aníbal Troilo. Fieles a sus tradiciones, cuervos y quemeros rescataron el pensamiento de "Pichuco" y se disponen a reanudar una historia esencial en el fútbol argentino.

Una fecha antes de que terminara el último torneo Clausura, San Lorenzo se proclamó campeón y su gente salió disparada del estadio a celebrar. Miles de hinchas fueron presurosamente a reunirse a San Juan y Boedo a cantar, a gritar, a saltar y bailar. Al otro día me enteré de que un canal de televisión envió un móvil con cámaras y a un periodista al obelisco, para registrar desde allí la fiesta cuerva.

Error. A la media hora los enviados televisivos (de esos que, si los mandás a espiar tocan el timbre) encararon a toda velocidad por Cerrito, Lima, Independencia y no pararon hasta la Avenida Boedo. Minutos después el chamuyeta vociferaba frente al micrófono frases relacionadas con la identidad, el barrio, y la mar en coche.

Pocos días más tarde, Huracán obtenía el ascenso y los festejos tuvieron como centro de reunión y manifestación la Avenida Caseros. Hubo fiesta callejera, alegría cerca de los orígenes, aroma a barrio donde los malvones se aguantan el frío como en ninguna otra parte.

Me alegró esta circunstancia porque el fútbol recupera un clásico de rompe y raja, un derby (como dicen los ingleses) que mantiene su más pura tradición y que es la continuidad en el tiempo de los desafíos de barrio, de barrios pegados unos con los otros. Almagro, Boedo, Patricios y Pompeya para empezar, con sus prolongaciones en Barracas, Constitución, Caballito, Parque Centenario, Flores... Un fiestón que el fútbol añoraba y que "nuestro" fútbol se merece.

Recordé inmediatamente que hace años, en los tiempos en que las cantinas juntaban gente a lo loco cerca del Riachuelo, Boca celebraba los títulos en su barrio, donde montaba una especie de corso fenomenal, y que al otro día la televisión y los fotógrafos de los diarios iban a registrar imágenes de todo lo que se había pintado de azul y amarillo. Una verdadera fiesta "quinqueliana".

La modernización, entendida desde el empelotudamiento, llevó a Boca a organizar sus festejos en el obelisco, y ni hablar de River. No son de ahí, y pueden terminar no sabiendo de dónde son, si eso no ha ocurrido ya. Las fiestas populares en el mundo entero no son transferibles. A nadie se le ocurriría organizar el carnaval de Oruro en Potosí, a sacar de Sevilla a los seises, con sus zapatillas blancas de baile, y llevarlos en la Semana Santa a Madrid. A trasladar la feria romana de Porta Portese a Cinecittá.

A San Lorenzo lo sacaron a empujones de la Avenida La Plata y lo llevaron a la zona de Bajo Flores-Pompeya-Soldati, pero hace pocos días los cuervos (benditos cuervos diría Massa), tenían sobradas razones para celebrar y fueron al lugar al que tenían que ir, al que les ordenó el corazón. Al barrio.

Esta abrumadora muestra de coherencia se produjo también en las huestes huracanenses, y esto confirma que si Buenos Aires tiene un clásico tradicional, emblemático, puro, es el San Lorenzo-Huracán o Huracán-San Lorenzo. Por eso cobra relieve, por enésima vez, aquella frase que el gordo Troilo pronunció como la más maravillosa síntesis del porteñismo: "Dicen que me fui de mi barrio, pero ¿cuándo? Si siempre estoy llegando..."

El fútbol es un hecho cultural y debe tenerse en cuenta que, en nuestra sociedad, es indispensable la esencia que lo sostiene. Los argentinos interpretaron el juego en el último tramo del siglo XIX, y lo acunaron y arroparon con costumbres propias. Hay un fútbol argentino que, independientemente de técnicas y tácticas, sigue necesitando del potrero, de sueños y de respeto por las razones que lo han convertido en poco menos que una religión.

Si el club representa a un barrio y si los colores despiertan amores y pasiones no hay forma de trasladar esos sentimientos al Hilton. Es como poner un pickle en un bizcochuelo, o que hubiesen convocado los festejos en el obelisco.

Las celebraciones frente al monumento inaugurado en 1936, al que Gardel no conoció porque murió un año antes, han terminado generalmente con destrozos de faroles, vidrieras, contenedores de basura, plantas y algunas otras cosas. El fervor de los hinchas en San Juan y Boedo y en Caseros no fue motivo para que se destruyera nada.

Y ese es otro demoledor dato de coherencia. Nadie rompe el barrio o su casa. Festeja, gasta al rival, corea los nombres de los jugadores, manifiesta deseos inconmensurables de conquistas próximas. Esas son fiestas. Lo demás, cartón pintado.

* Periodista de la agencia de noticias EFE. Autor de Nolo: el fútbol de la cabeza a los pies (1992); La Viruta. Anécdotas del fútbol (1999) y Memorias del Viejo Gasómetro (2004).