Ilustración: Julio Ibarra |
"Lucho para que el poema
no sea un manifiesto"
Por Marcelo Massarino
Juana Bignozzi nació en Buenos Aires en el año 1937. Es poeta. Hija de un panadero y una obrera textil que conformaron una familia distinta: su madre tenía un rol independiente y compartía responsabilidades y su padre anarquista reivindicaba su pertenencia a la clase trabajadora y rechazaba tanto el consumo como el populismo. En ese marco, la joven Juana se arropó bajo el sol del Partido Comunista y luego ingresó al grupo El pan duro, que practicaba una poesía social comprometida. Lo integraban Atilio Jorge Castelpoggi, Hugo Ditaranto, José Santirso, Jorge De Luca, Luis Alberto Navalesi, Guillermo Harispe, Juan Hierba, Rosario Masé, Héctor Negro y Juan Gelman, entre otros.
Juana es una mujer de izquierda por sus ideas y también por una actitud ante la vida. Desde pequeña fue una chica diferente que tenía una libertad que no era compartida por sus compañeras de colegio. Sufrió no tener una fiesta de quince años como cualquier otra piba de barrio. La ideología le daba libertad y, al mismo tiempo, la hacía distinta. En su casa se respiraba un clima de camaradas que, al fin de cuentas, fue su hábitat natural. La pobreza en lo patrimonial era inversamente proporcional en lo cultural: su padre se quejaba de los obreros que no iban al Teatro Colón y la lectura estuvo presente en su casa como el plato de comida en la mesa de todos los días. “Yo siento orgullo de mi memoria familiar”, dice a los 83 años, en Buenos Aires, después de vivir en Barcelona entre 1974 y 2004 de su oficio de traductora. “Todo lo que soy se lo debo a una formación familiar, amistosa y política de izquierda”, asegura.
En julio de 2010, Adriana Hidalgo editó su último libro Si alguien tiene que ser después. Diez años antes, también publicó La ley tu ley, que incluye los libros Mujer de cierto orden (1967), Regreso a la patria (1989), Interior con poeta (1994) y Partida de las grandes líneas (1996), y el por entonces inédito La ley tu ley. Cuando, a partir de 1990, Juana regresó al país de tanto en tanto, el editor José Luis Mangieri, su gran amigo, reeditó su trabajo de 1967 y los tres libros siguientes en el sello Tierra Firme. Hay en su obra un concepto clave: la “aristocracia obrera”. ¿Qué es? Se lo explicó al periodista Jorge Fondebrider en los siguientes términos: “Vengo de una familia de criollos viejos, cuyos orígenes están en Padua (Italia). De mi bisabuela para acá, todos argentinos. Mi padre obrero panadero y anarquista; o sea, no hacía changas ni horas extras. Siempre decía que un obrero no tiene que tener dos trabajos ni mucho menos quitarle el trabajo a otro obrero. La dignidad para él estaba en mantenerse con un solo trabajo, o sea que no teníamos casi nada. Tuve muy poca ropa y un único par de zapatos (el que me exigían en la escuela, pero que también servía para las fiestas). Vivíamos en la parte más humilde de Saavedra, en una calle de tierra, que era barro cuando llovía. Hasta mis 10 años no hubo agua caliente: el gas no había llegado al barrio. De ahí vengo. Más pobres que nosotros sólo eran los mendigos. Ahora bien, otras cosas, en cambio, no faltaban. En casa había muchos libros y una vez por mes íbamos al Teatro Colón. Era una decisión sobre en qué cosas se debía gastar y en cuáles no, y si bien de chica yo hubiera querido tener más ropa que libros, con el tiempo me di cuenta de que esa había sido la mejor manera que mi familia había encontrado para ayudarme. Ese obrero cultivado, amante de la cultura, sin proponérselo me estaba haciendo cambiar de clase. La cultura nos hace cambiar de clase. Una no traiciona lo que es, pero se produce un ascenso social irremediable y empezamos a tener otro tipo de apetencias y necesidades. En eso, en el desprecio férreo a la ignorancia, para terminar de contestar a su pregunta, consiste la aristocracia obrera”. Es difícil encontrar en el presente esos valores y aquella conducta austera del anarquista Bignozzi. Pero está Juana para contarle a Sudestada cómo la marcó esa crianza y también para hablar sobre poesía y de su obra surcada por una ideología que no se resigna al populismo ni al sectarismo.
(La nota completa en la edición gráfica de Sudestada Nº 97 - abril 2011)
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