3 mar 2009
Arnaldo Calveyra. "No invento nada, sólo escribo poesía"
Recorre la estela de Juan L. Ortiz y Carlos Mastronardi. Profundiza en sus versos el vínculo entre poesía, política y lenguaje. Arnaldo Calveyra, poeta entrerriano, propone desde París un fugaz repaso por su obra, que respira humedades del Litoral.
El poeta está en París, pero no está. En su casa tiene una habitación donde guarda los papeles que lo transportan a una tierra de cuchillas verdes y surcos de agua que la abrazan; allí escribe en General Mansilla, su pueblo natal de la provincia de Entre Ríos. Es una Mansilla deseada y construida a semejanza de sus recuerdos y deseos, tan imaginaria como heterogénea y, al mismo tiempo, puesta en el verso es mucho más que todo eso. Porque en el tono expande el sentido del territorio. Un territorio que conoce y reconocemos a través del lenguaje, de la voz de los personajes del pueblo que toman la palabra y se apropian del aire, de los colores y de los sentimientos. ¿Cómo hace para fijar la vista sobre el papel e inventar un paisaje y la vida de hombres y mujeres reconocibles por las arrugas del anciano, las manos del campesino y los ojos del baqueano que leen el cielo y la tierra? Esta es una de las preguntas que recorre la obra de Arnaldo Calveyra.
“Es posible estar aquí y no estar aquí porque estoy allá. Me puedo remontar con gran facilidad y encontrar hasta los olores allá, en París, en un lugar neutro como mi casa”, afirma este poeta que se fue de la Argentina para escribir una tesis sobre los trovadores provenzales y se quedó en Francia.
Calveyra es también heredero y continuador de una poética entrerriana que tiene como referentes a Carlos Mastronardi -a quien considera su maestro- y a Juan Laurentino Ortiz, Juanele, dos hombres que trascendieron la frontera del Litoral e integran una tríada que comparte algunas de las “preocupaciones centrales” del propio Ortiz, como “la relación entre poesía, política y paisaje”, según la opinión del escritor e investigador Martín Prieto, autor de Breve Historia de la literatura argentina, aunque también agrega a la lista a Juan José Saer y Francisco Urondo.
Autor de obras como Cartas para que la alegría, El hombre del Luxemburgo, La cama de Aurelia, Si la Argentina fuera una novela, Diario del fumigador de guardia, El libro del espejo, El origen de la luz, Maizal del gregoriano y Diario de Eleusis, su poesía fue nuevamente publicada en 2008 por Adriana Hidalgo en un volumen titulado Poesía reunida, una edición al cuidado de Pablo Gianera y Daniel Samoilovich, que además escribieron una completa cronología sobre la vida de Calveyra. Este volumen, que reúne más de cincuenta años de poemas, supera la mera compilación para transformarse en uno solo, escrito poco a poco, desde los días del autor como fumigador en Ensenada...
M.M
Fotos: Mariana Berger
Leer la nota completa en la edición gráfica de Sudestada nº76, marzo 2009.
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