Es sabido que el talento no se fabrica, se lo tiene o no se lo tiene. Sí podemos encontrar, buscar caminos, descubrir desplazamientos. Todos tenemos una historia, una cultura que llevamos a veces de manera inconsciente. ¿Qué se enseña en las escuelas argentinas de nuestra historia, de nuestra literatura? Seré más preciso. ¿Qué sabe el chico o el adolescente de la ciudad de Buenos Aires o de la provincia de Buenos Aires sobre la historia, la cultura, de los pueblos del interior? ¿Qué referentes les llega de los pueblos indígenas, de los plásticos o poetas de esas ciudades o comarcas? Sin duda se colocaron escollos para una integración, o al menos, para comprender. No se puede comprender lo que se desconoce. Se entramparon conciencias. La inmigración se fue haciendo pero paralelamente se generó un pensamiento racista, expulsivo. No me refiero a los bolivianos, paraguayos o chilenos. Me refiero a nuestra gente del interior. Allí se esconden causas de discriminación, no sólo episodios de discriminación individual sino los más graves, los que conforman grupos sociales. Es solapado, vulgar, mediática. La globalización neoliberal fue modelando el racismo – venía de antes, venía de antes – de forma sutil o descarado. Fue creando sujetos atomizados en sociedades jerárquicas, autoritarias y mediocratizadas. Los programas de enseñanza están vaciados de verdadero contenido. Querido lector, se margina al hombre del interior. Debemos releer a Luis Franco y a Ezequiel Martínez Estrada.
En un libro que vale la pena consultar La miseria del Mundo, Pierre Bourdieu expresa que los “principios explicativos de las realidades observadas” no residen “en esos lugares por lo común olvidados que de tanto en tanto aparecen en el primer plano de la actualidad sino en la construcción social – o más precisamente política – de la realidad revelada a la intuición.” El problema, para llamarlo de algún modo, reside en las formas crecientes de pobreza material y cultural. Y aquí empezamos a clavar la mirada de otra manera, a comprender que quisimos decir desde el principio.
Para ser más confusos, para que la comprensión nos obligue a participar del texto, traeremos la palabra de Federico Fellini: “¿Qué es un artista? Un provinciano que se encuentra a sí mismo en algún lugar entre la realidad física y metafísica. Ante esa realidad metafísica somos todos provincianos”. Y unas líneas más abajo: “…pero es este entremedio que yo llamo provincia, este país fronterizo entre el mundo tangible y el mundo intangible, el verdadero reino del artista.”
Como puede observa, querido lector, le entregué varios planos, varios significados, diferentes apreciaciones. Le deseo lo mejor, hasta la próxima.
Buenos Aires, mayo de 2007
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